lunes, junio 29, 2009

K-COSAS

NETEANDO CON FERNANDA : ¡ PELIGRO TOXICO SUELTO !

Nuevamente nuestra invitada de los días Lunes ,Fernanda de la Torre, nos hace entrega de su útlima columna:

Todos los seres humanos tenemos nuestro lado oscuro. Ya lo representó magistralmente Robert Louis Stevenson, con su novela El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Desconozco si es parte el genoma humano; lo que sé es que la conducta agresiva es, definitivamente, parte de la realidad cotidiana.
El otro día, cuando iba manejando di una vuelta, a la derecha. Mientras esperaba al semáforo, una camioneta jeep roja tocaba el claxon desesperadamente. Sorpresivamente arrancó y deliberadamente (Sí, así como lo leen) me dio un golpe en la defensa y siguió furioso su camino tocando el claxon. (Con insultos para mí). Me estacioné inmediatamente para el evaluar el daño. Mi defensa estaba toda rayada, manchada de rojo y abollada. Un cuidacoches que vio todo el suceso, amablemente se acercó a ver si podía ayudar en algo. Le pregunté cuál era la causa del enojo desproporcionado del hombre de la camioneta roja y me dijo que me había dado una vuelta que era prohibida. “¿Cómo? No hay ningún señalamiento y además había otros coches dando la vuelta. Tampoco había ni un solo policía para levantar infracciones. ¿De dónde saca que la vuelta es prohibida?” Me explicó que había un disco y que hace unos meses lo habían quitado. No me quedó más que reírme ante lo absurdo de la situación. Ahora resulta que el “vengador justiciero” decidió castigarme por no tener el don de la videncia e ignorar que uno no debe darse vuelta en dónde hace meses se cayó (o quitaron) un señalamiento. ¡Qué nivel de enojo tiene ese hombre! En ese momento agradecí que el vengador no tuviera pistola.

Una toxina es un veneno producido por organismos vivos. Si pudiéramos clasificar a las personas de acuerdo a su toxicidad, por el daño que ocasionan a un ser vivo, el vengador justiciero tendría una calificación bien alta. Supongo, que su nivel de frustración debe ser muy alto, para actuar así. Después de todo, su camioneta debió de haberse rayado también. ¿Tendrá algún problema gordo para actuar así? ¿Habrá cachado a su esposa pintándole el cuerno? ¿Tendrá algún familiar enfermo? ¿Habrá perdido el empleo? Oh, ¡horror! ¿Será así siempre?

Tristemente, hay personas en que la toxicidad es su condición natural. No importa que les suceda. No importa si están contentos o tristes, si son ricos o pobres, exitosos o no, ser venenosos es su condición natural. Ellos destilan veneno todo el tiempo, y ni en eventos felices como el día de su boda, encontrarán el momento para soltar el comentario que destila veneno.

Al igual que de niños nos enseñan a tener cuidado de los animales venenosos e identificamos inmediatamente a un alacrán o una víbora lo mejor que podemos hacer es salir corriendo cuando estamos ante alguien venenoso. No importa que su veneno parezca dirigido a otros, en algún momento (seguramente en cuanto te pares para ir al baño) tu serás el destinatario de su veneno. Las relaciones con este tipo de personas son desafortunadas, por decir lo menos. Una persona tóxica inocula con su veneno a todo lo que toca. La relación con este tipo de personas siempre será tóxica y tarde o temprano nos hará sufrir. Si conoces a un tóxico y te atrae, lo mejor que puedes hacer es tomar un par de tenis y salir corriendo al lado opuesto de dónde se encuentra.
Hay quienes eligen sacar su veneno de otras maneras más sutiles. Para mi gusto, éste es el más peligroso en toxicidad. Este tipo de “bichos” se mimetizan y se hacen pasar por “amigos” y te dicen las cosas “por tu bien”. Creen que tienen el derecho a corregirte. (Tal vez un caso extremo seria el “vengador justiciero” que toma la justicia en sus propias manos, y con un abollón piensa que van a darte una lección “para que aprendas”). Su locura, con delirios de grandeza, es de alta peligrosidad porque con comentarios pueden marcar profundamente la vida de otro ser humano por mucho tiempo. Sus palabras calan en lo más profundo de nuestro ser como el maestro que llama a un niño estúpido, jefes insoportables que descalifican y humillan a quienes trabajan para él, esposas castrantes que critican todo lo que hace su marido.


El enojo no conoce de género, edad, condición social o latitudes geográficas. Todos, sin excepción, nos enojamos, enfurecemos, desesperamos en algún momento. Lo que sí es diferente es como reaccionamos ante el enojo. Cada uno le da un grado de diferente toxicidad. Algunos ya habrán aprendido que lo mejor es encerrarse o contar hasta diez. Desafortunadamente, existen otros seres que no han aprendido a controlar su enojo, -como el “vengador justiciero”- y cual animal ponzoñoso andan repartiendo veneno a cuanta persona se encuentran. Por eso, es importante aprender a manejarlo para evitar ser tóxicos con otras personas y con nosotros mismos

No hay comentarios.:

Publicar un comentario