El primer matrimonio homosexual de Latinoamérica, celebrado en Argentina, “ilumina el camino” para sus pares, dijeron los “esposos” desde su luna de miel
BUENOS AIRES.— “Contigo voy hasta el fin del mundo”. Una frase remanida en millones de parejas en todo el universo, se transformó en una promesa cumplida por Alex Freyre y José María Di Bello, quienes para consumar su amor ante la Justicia, se fueron hasta Ushuaia, la ciudad más austral del Planeta. Allí donde “el mundo se termina” se inició una nueva página contra la discriminación, al consumar en sus personas, el primer matrimonio gay de América Latina.
Después de que un controvertido fallo judicial, desoyendo otro a favor, y la ambivalencia del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, se los impidiera el pasado 1 de diciembre, Alex y José María, llevaron a cabo el más secreto de sus movimientos, al casarse sorpresivamente en la provincia de Tierra del Fuego, gracias a un decreto permitiendo el matrimonio entre personas del mismo sexo por parte de la Gobernadora Fabiana Ríos.
En su condición de pioneros, Alex y José María, se dicen abiertos a seguir militando por los derechos de la comunidad gay y en apoyo de otras parejas que tengan que soportar la misma discriminación y los efectos de la burocracia que los afectó a ellos. “No me gusta dar consejos pero para lograr esto en otros países, la experiencia nuestra indica que hay que construir políticamente con otros colectivos. Conseguir apoyos, hacer mucho cabildeo y dar la batalla en el frente político, judicial, en la calle y en los medios. Sólo así y con mucha decisión lo logramos”.
Dicen que no estuvieron solos en todo este tiempo.
Fueron arropados por funcionarios, legisladores, militantes de derechos humanos y “mucha gente anónima que en la calle nos daba fuerza y nos paraba a felicitarnos”. Una muestra palpable de que no todo está perdido en la sociedad argentina que acaba de dar un paso grande contra la discriminación, desde los confines del mundo.