En XY cada historia es un mundo aparte, pero hay una pregunta que les incumbe a todos: en una sociedad vertiginosa, donde los esquemas están cambiando, los roles sociales son tan móviles y las posiciones “milenarias” de pronto están en entredicho, ¿en qué consiste ser hombre?
En sus vidas privadas los hombres que trabajan en XY también se encuentran en pugna: de repente resulta que son objetos para el sexo, pero se les sigue pidiendo que sean proveedores, caballerosos y fieles. Si pagan la cuenta, malo. Si no la pagan, peor. Si suplantan a una mujer en el trabajo son machos, si las adulan son acosadores. Si tienen amigos gays son afeminados, si no los tienen son homofóbicos. Viven tratando de ajustarse a un molde desdibujado, rindiendo un eterno performance ante quién sabe quién; ya no son indispensables para la reproducción (o no del todo) y para colmo, digan lo que digan, todavía no existe nada, pero nada, que detenga la calvicie.
XY se trata de muchas cosas. De la intimidad, del poder, de la vanidad, de los amigos, del sexo, pero sobre todo, de la hombría. En qué consiste, dónde se juega y cómo se aplica en un mundo donde los roles son más fluídos que nunca, y donde las parejas resultan conflictivas.
A lo largo de los doce episodios de la serie, se desarrollarán las historias individuales de cada uno de sus seis personajes principales lidiando con los conflictos de su vida privada. En cada episodio, la revista será el pretexto, el detonante, de donde surgirá un tema común que permeará cada episodio.
Además de los cinco personajes principales, hay un personaje que cambia en cada episodio. Se trata de un hombre que rinde testimonio para “La Entrevista”, una sección de XY donde varones con orígenes y ocupaciones de todo tipo, desde conductores de trailer hasta magnates, ofrecen una radiografía de sus vidas. Este personaje sólo figurará en el espacio de su entrevista, y su historia tocará el tema común del mismo, convirtiéndose en otro hilo conductor.
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